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viernes, 16 de agosto de 2013

El Templo Mayor testimonio de la grandeza y poderío mexica

En la Ciudad de México existe la posibilidad de contemplar diferentes edificaciones de todos los tiempos, pues tenemos una estructura arquitectónica que estuvo “escondida” durante muchos siglos y fue hasta 1978 que volvió a ver la luz. Nos referimos al Templo Mayor, la más grande imagen de la grandeza y el poderío del imperio mexica.

Siguiendo la narración que habla de la peregrinación de los aztecas, ésta nos dice que salieron de un lugar llamado Aztlán y que tras largos años de viajar llegaron al valle de México.

Según el mito, el dios tutelar de los mexicas, Huitzilopochtli, les dio la señal por la que reconocerían la tierra que él les había prometido, consistente en un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente.

Es precisamente en ese lugar donde fue construido el adoratorio para el dios, la primera etapa del Templo Mayor que después se convertiría en la mayor estructura de la ciudad, ubicada en el centro ceremonial.

El Templo Mayor era la característica pirámide trunca propia de Mesoamérica, de aproximadamente 60 metros de alto, que contenía dos templos o adoratorios dedicados el primero a Tláloc dios de la lluvia y pintado de color azul, y el otro para honrar a Huitzilopochtli, dios tutelar y de la guerra y pintado de rojo.

Como la mayoría de los hallazgos importantes, el descubrimiento del centro ceremonial fue casual. El 21 de febrero de 1978 un grupo de trabajadores de la Compañía de Luz realizaban trabajos de excavación y uno de ellos golpeó una piedra muy grande y diferente por estar labrada, de inmediato se avisó a los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia y de esta manera se determinó que la piedra era un monolito que representaba a la diosa Coyolxauhqui, hermana de Hutzilopochtli y deidad de la Luna, así comenzó el hallazgo del Templo Mayor.

El Templo Mayor pudo ser visto una vez más después de 486 años de estar oculto. En 1987 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad a la zona arqueológica del Templo Mayor de México-Tenochtitlan.

Fueron varias las etapas de construcción del Templo Mayor. De la primera etapa no quedan rastros, se sabe que la segunda es anterior a 1428 y que pertenecen a ella el Chac Mool ubicado enfrente del templo de Tláloc así como la pintura mural alusiva a este dios.

La tercera etapa corresponde al reinado de Itzcoatl en 1431y de ella se conserva la escalinata y parte del piso. En la cuarta se sabe que fue ampliada la parte delantera de una plataforma ornamentada con serpientes ondulantes y braseros con referencias a los principales dioses del templo, esta etapa esta ubicada en 1454 y corresponde a Moctezuma I como tlatoani.

De las tres últimas etapas sólo quedan pequeños vestigios: la quinta, es de 1470 y de ella solo puede apreciarse la plataforma estucada; la sexta de fecha 1500, la fachada principal con un muro ornamentado con tres cabezas de serpiente y, por último, la séptima etapa, con fecha estimada de 1500 y 1521 sólo se conservan las lajas. Esta es la etapa que conocieron los españoles cuando llegaron a México-Tenochtitlan.

Desde que el Templo Mayor regresó a nosotros se han recuperado diversas ofrendas y objetos que son estudiados por los investigadores para comprender con detalle aspectos relacionados con la cultura mexica.

Los descubrimientos son continuos, por ejemplo en marzo de 2007 fue localizado un monolito que representa a la diosa Tlaltecuhtli, divinidad relacionada con la tierra. En ese lugar se hallaron barras de copal, punzones de hueso utilizados para el autosacrificio, pencas de maguey y plumas carbonizadas.

El museo se muestra en forma de caracol: una vez que entras, no puedes regresar, ya que su diseño hace que sigas el camino de una sala a otra sin perderte ninguna exhibición.

Para los mexicanos de hoy conocer el Templo Mayor y acudir a su Museo equivale a visitar una de sus raíces culturales. Está integrado por ocho salas donde se muestra parte importante de las piezas localizadas en las diferentes etapas de excavación arqueológica iniciadas en1978 hasta nuestros días.

Las piezas del museo nos cuentan la evolución del pueblo mexica desde que inició su peregrinación de más de doscientos años cuando partió hacia su destino desde Aztlán en busca de la tierra prometida, hasta la fundación de Tenochtitlan. Está integrado por ocho salas que nos muestran aspectos relacionados con sus manifestaciones culturales de tipo religioso, la organización social y el comercio practicado con otros pueblos hasta la llegada de los españoles.

Los visitantes al museo pueden observar algunas ofrendas presentadas en la misma disposición en que fueron halladas en las excavaciones. Pero en el contexto las piezas que ocupan un lugar central son la piedra de la diosa Coyolxauhqui, obra que representa a la deidad lunar hermana de Huitzilopochtli, y el monolito dedicado a Tlaltecuhtli, que evoca a la diosa de la Tierra, divinidad que devoraba en el momento de su muerte a todas las criaturas terrestres.

Es importante saber de dónde venimos y reconocer la grandeza de nuestras raíces culturales para sentir el orgullo de construir el futuro, venciendo las adversidades que se nos presenten en el camino, es la lección de los hijos del sol, del pueblo mexica que alcanzó su destino y hoy lo podemos ver a través de microcosmos del Templo Mayor.

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