Un oasis VIP en medio de tremendo caos

En una de las arterias más conflictivas del D.F. se encuentra un motel donde no hay tabúes y todos quieren entrar.

Sobre la avenida Viaducto de la ciudad de México se levanta un edificio con una fachada que viste un cartel gigante en el que aparece una pareja a punto de besarse y que, con letras grandes, se anuncia como un V Motel Boutique.

Situado estratégicamente entre la Condesa y Polanco, dos colonias que atraen a jóvenes de clase media, éste no es un hotel de paso. Aquí no hay prisa por irse. Ni chica que se sienta intimidada u ofendida al entrar.

Es catalogado como boutique porque está lleno de detalles. Cada piso del edificio es distinto a otro, con lobys panorámicos desde donde se observa parte de la ciudad, con mobiliario minimalista y de buen gusto.

Las habitaciones están acondicionadas con luces bajas, pantallas planas de alta definición, DVD player, IPOD Dock, aire acondicionado de control personalizado, WiFi en toda la habitación, jacuzzi con aromaterapia, camas cobijadas con telas suaves, persianas eléctricas y mobiliario diseñado para facilitar el encuentro íntimo, como un sillón curvilíneo que se acompaña de un cartel con indicaciones para practicar distintas posiciones sexuales.

De los mil 700 moteles que existen en la ciudad de México pocos, muy pocos, tienen un toque glamouroso.

La mayoría son sitios con una estética desagradable en los que difícilmente dan ganas de quedarse por mucho tiempo, son vistos como lugares de paso. Incluso para la mayoría de las mujeres es penoso que alguien las vea entrar a uno. Pero no más. Dentro del mundo de la motelería capitalina comienzan a existir “oasis” que atraen a un público descuidado en éste ramo: el de los jóvenes de clase media y alta.

El sexo en la ciudad como una experiencia glamourosa empieza a tomar auge entre los jóvenes, pues en el Distrito Federal ya encuentran moteles que sin la menor timidez hicieron espacios acogedores, bonitos, elegantes, con detalles tecnológicos, menús gourmet y todo un concepto de diseño que atrae a amantes exigentes.

Iniciativa joven

Creado por empresarios jóvenes mexicanos expertos en motelería y hotelería, éste concepto nuevo en el Distrito Federal pretende convertirse en el mejor motel de la ciudad con una propuesta nueva para que sus huéspedes dejen de ver los sitios ideados para encuentros sexuales como de paso.

Los precios van desde los 650 pesos por una habitación con todas las características mencionadas hasta los 2 mil 500 pesos por dos suites únicas, una de 120 metros cuadrados con vapor, alberca, cascada y tobogán incluidos, y otra localizada en lo más alto del edificio y con una vista panorámica de la ciudad de México que cuenta con una cama de cuatro metros de diámetro que puede rotar para variar el paisaje y que termina en un escenario en el que hay un tubo y cadenas para que los huéspedes hagan su propio espectáculo. Además cuenta con un jacuzzi para ocho personas y una terraza al aire libre, ambas pueden ser disfrutadas en pareja o en grupos de máximo 12 personas.

“El motel cuenta con 56 habitaciones entre suites y villas en las que se puede tener el automóvil dentro de la habitación. Los fines de semana es cuando más gente llega, sólo se recomienda reservar si se requiere de la Sky Suite, la Pool Villa o una Twin Suite, sobre todo si se necesita para una fecha especial como un aniversario de bodas o un cumpleaños”, dice José María Aliaga, el gerente.

El motel cuenta con menú spa en el que incluyen aromaterapia y sales minerales para el jacuzzi, además tienen un menú con platillos gourmet y afrodisiacos, todo tipo de bebidas y cócteles estimulantes y un menú sex que contiene desde condones hasta disfraces, lencería y juguetes sexuales.

El motel maneja dos tipo de paquetes: El paquete Love, que según el gerente es el más popular y que incluye una botella de Moet Chandon brut, un postre a escoger del menú gourmet y adorno con pétalos de rosa en la habitación por mil 500 pesos; o uno más atrevido: el paquete Party, que incluye un Fetish Fantasy Kit (azotador de piel, antifaz y esposas), un disfraz a escoger del menú sex y una jarra de shots a escoger del menú drinks.

El gerente asegura que los huéspedes tienen garantizada su intimidad, ya que el registro es mucho más ágil que en los hoteles tradicionales. Además, para los tímidos, el edificio dispone de una segunda entrada más discreta que está por la calle de atrás.

“Los huéspedes tienen trato con el menor número de empleados, pudiendo pagar en efectivo o tarjeta, sin que el nombre del lugar aparezca en el estado de cuenta del banco”, dice.

Tuvieron que pasar 72 años para que un motel dejara atrás ese ambiente hostil y se convirtiera en un lugar al que muchos quieren ir, y no sólo eso, sino presumir que fueron. Los moteles aparecieron en la ciudad de México en el año 1939, fueron los españoles llegados tras la Guerra Civil (1936-1939) quienes trajeron estos lugares de encuentros pasionales al DF. Hoy, siete décadas después, un grupo de empresarios mexicanos, descendientes de españoles, percibió que hacía falta en el mundo de la motelería lugares que como en otras grandes ciudades como Tokio o Nuva York ofrecieran todas las comodidades de un hotel boutique adaptadas a un motel.

Por: Cinthya Sánchez El Universal – mar, 27 sep 2011