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domingo, 31 de octubre de 2010

Hay obsesiones que son buenas

Así lo asegura el psicólogo Eric Maisel, quien incita a olvidarse del equilibrio e ir tras las pasiones.

Casi siempre estoy hablando de equilibrio, armonía, mesura y balance en la vida cotidiana, pues pienso que eso permite vivir más libre y ser creativo. Sin embargo, hoy me encontré un ensayo sobre cómo el ser obsesivo puede mejorar nuestra "salud creativa".

El autor, el Dr.Eric Maisel, filósofo, psicólogo y escritor, dice que nos olvidemos de buscar el equilibrio en la vida (¡¿Qué, qué?!) y vayamos detrás de nuestras obsesiones. Sin embargo, aclara que no todas las obsesiones nos llevan adonde queremos ir. La diferencia radica en que una obsesión creativa nace de nuestros intereses, pasiones, anhelos y necesidades básicas. Una obsesión negativa, en cambio, nace de las dudas, los miedos, la culpa y la ansiedad. Obviamente, el mundo en el que vivimos es más propenso a generarnos obsesiones negativas, pero dice Maisel que con un poco de práctica se puede migrar al lado contrario.

La teoría del especialista dice que vivir obsesionados con seguir una vida equilibrada y holística sería contraproducente -tanto como ubicarse en el extremo del exceso y el descuido-. Su propuesta es que comencemos a pensar en lo que el concepto de "equilibrio" significa para una persona inteligente, entusiasta y vital. "¿Acaso quiere decir que uno no se puede poner intenso y pasar muchas horas haciendo un trabajo que realmente le gusta?", pregunta el autor.
Según Maisel: "Cuando una persona define el equilibrio en función de sus propias metas en la vida, la imagen que éste representa puede resultar muy distinta a la que aparece en el cartel de un spa".

Curiosidad, ocio y libertad de pensamiento.
Existe una sutil pero trascendente diferencia entre preguntarse por algo y preocuparse por ello. No es lo mismo decir: "¿Me pregunto qué quiere decir esa frase?", a decir: "Me preocupa no entender lo que quiere decir esa frase". La actitud es distinta: la primera reacción alimenta la curiosidad (obsesión creativa o productiva) y la segunda paraliza el pensamiento.

Maisel también es partidario del tiempo libre; para ser creativos, hay que relajarse y dejar de sentir culpa por no hacer algo "productivo". Es probable que el ocio, combinado con una obsesión negativa, lleve a un vicio. En cambio, cuando uno reconoce sus obsesiones creativas y se da un rato de descanso para leer o mirar por la ventana, es suficiente para comenzar a incubar el siguiente proyecto.

El asunto es que se no siempre se nos educa para pensar sino para repetir patrones, fórmulas, fechas... Al respecto, el autor afirma que esto podría cambiar si los sistemas educativos dedicaran 45 minutos diarios, desde los más pequeños hasta los universitarios, para ejercitar el pensamiento creativo o crítico.

¿Y para los que ya superamos la etapa escolar? Buenas noticias: todavía hay oportunidad. "Hay que comenzar por poner en silencio la mente y ubicar una idea que realmente nos interese. Después hay que ir tras ella con la conciencia de que el proceso puede ser duro e imperfecto. Hay que atreverse a tomar riesgos y tener en mente que quizás el proyecto no resultó tan interesante como se vislumbraba al inicio, pero que la simple búsqueda nos es significativa. Y luego: ¡a disfrutarlo!", concluye Maisel.

¿Tienes obsesiones creativas? ¿Crees que el equilibrio es una cuestión subjetiva?

Por: Luza Alvarado
Yahoo México

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